miércoles, 28 de junio de 2017

La resistencia que no esperaban…

Rolston, de la United Fruit Company escribió a su abogado en 1920: Es indispensable cultivar la imaginación de estos pueblos avasallados, atraerlos a la idea de nuestro engrandecimiento y de una manera general, a políticos y mandones que debemos utilizar. La observación y estudio cuidadoso, nos permite asegurar que este pueblo envilecido por el alcohol es asimilable para lo que se necesita; es nuestro interés procurarnos porque se dobleguen a nuestro exclusivo beneficio; generalmente, éstos como aquellos, no tienen convicciones, carácter y menos patriotismo; y sólo ansían cargos y dignidades, que una vez en ellos, nosotros se los haríamos más apetitosos. Estos hombres no deben actuar por su propia iniciativa, deben actuar en el sentido de los factores determinantes, y a nuestro control inmediato.

Estudie en una escuela pública en una de las colonias más populosas de Tegucigalpa, ahí las niñas recibimos clases de “Taller de Hogar” claro era deber de la escuela asegurar que seriamos buenas esposas y madres, después del recreo nos hacían cantar el himno escolar antes de regresar a clases, la frase que más recuerdo dice: “Gloria al hombre que tubo por lema la democracia practicar, nuestra escuela lleva su nombre John F. Kennedy siempre triunfara”. Pues tanto Rolston como el escritor del himno a quienes reconocemos como dignos representantes del imperialismo saqueador, se equivocaron.

Porque digo que se equivocaron, porque les falló la observación y el estudio cuidadoso sobre nuestro pueblo y del que tanto se ufanan, el cabestrillo de codicia y colonialidad que llevan en sus cuellos blancos nunca les ha permitido ver más que sus propios reflejos, piensan que somos como ellos, ven con los ojos de los espejos hechizados que les dieron nuestros ancestros. Hace tiempo que se quedaron sin ideas para convencernos o manipularnos, por eso recurren a la represión y a la violencia como método y ni aun así pueden pararnos.
A Rolston y a las compañías bananeras el pueblo hondureño le respondió con una Huelga que paralizo al país, una huelga de más de sesenta mil trabajadores y trabajadoras, ahí estaba nuestra compañera Dolores Caballero líder del partido comunista y una de las organizadoras de los comité de huelga en las fábricas textiles, para los garífunas la lucha no era solo contra la explotación laboral, fue una resistencia contra todo el régimen de discriminación racista instalado en el enclave bananero, ahí estuvieron Loyd Santine y Gayle Green fundadores del sindicato de la Estándar Fruit Company, los estudiantes también estuvieron presentes, ahí estaban nuestras compañeras de la asociación universitaria de mujeres, esa era su lucha, la lucha contra la explotación y por la dignidad de un pueblo.

Ante cada intento de dominación nuestras respuestas has sido la movilización, esta última no solo como el acto concreto de salir a las calles, sino de encontrarnos, de confiar, de compartir una burrita, de caminar juntas hasta llegar, de vencer el miedo, de alistar el pañuelo y el vinagre, de crear resistencias barriales, de desafiar los toques de queda, de pegar afiches, de hacer engrudo, pintar mantas, y escribir poesía, fue el tiempo del cacerolazo, de abrir las puertas, de despreocuparse por la propiedad privada, el trabajo y el qué dirán si te cortan la electricidad y el agua todos los meses. El golpe de estado para Honduras fue tiempo de hacer comunidad y sitios de reunión y conspiración nuestras casas, fue el tiempo de resignificar en las calles el feminismo, los cuerpos y la palabra de las mujeres, porque lo personal es político salimos a las calles a gritar “Ni golpes de estado, ni golpe a las mujeres”, fue el tiempo de los colores y la batucada feminista, del teatro popular y del beso diverso, de la patada en el trasero al honorable diputado del congreso nacional.

Fue el tiempo de decir tu nombre “Isis Obed Murillo”, fue el tiempo de los zapatos perdidos, de oír los pasos marcados de las botas militares en los callejones, tiempo de correr por las montañas, de cruzar la frontera, de salir y no saber si ibas a regresar, tiempo de las madres buscando a sus hijas, fue el tiempo del madrugón y el mundial, tiempo de persecución, tortura y muerte, tiempo de cadena nacional, como odiamos la frase “este es el tercer y último llamado” que antecede a la voz del dictador.

Hoy después de ocho años del golpe de estado ya no se ven tanques de guerra en las calles, pero los militares y fusiles no se han ido, tampoco los dictadores, ellos piensan que llegaron para quedarse, hoy la vida de los jóvenes es depositada en sacos, y la de las mujeres abandonada a la orilla de las calles y matorrales, hoy escuadrones de la muerte rondan nuestras calles y universidades, comunicadoras y comunicadores sociales han sido asesinados, las masacres son noticias cotidianas, a la comunidad LGTBI le han cobrado con la muerte su resistencia al golpe de estado, a las feministas nos han atacado con todo el engranaje institucional y jurídico negándonos el uso de métodos anticonceptivos de emergencia, penalizando el aborto, reduciendo las penas a los delitos sexuales, como un castigo misógino ejercido directamente sobre los cuerpos de las mujeres.

La expansión del poder transnacional se evidencia con la expansión de la presencia militar en los territorios indígenas, garífunas y campesinos, vemos transcurrir los desalojos, casas que son destruidas y quemadas en las comunidades, nuestros compañeros y compañeras son heridas, perseguidas, criminalizadas, presas y asesinadas, como también lo fue nuestra compañera Berta Cáceres Coordinadora de COPINH, y una lideresa y referente de la lucha anticapitalista, antirracista y antipatriarcal para todo el movimiento social de Honduras y del mundo. 

Berta conocía muy bien las luchas del pueblo hondureño, ella las vivió todas. Estas son sus palabras “La resistencia del pueblo hondureño es diversa y es mucha: está en las luchas territoriales, está a la orilla de las playas y en los tambores garífunas, está en la resistencia milenaria del Pueblo Lenca, en los hermanos y hermanas del sur en Zacate Grande, está en el campesinado que sigue haciendo recuperaciones de tierra, en los Mayas Chortí, en los barrios de Tegucigalpa que se resisten a convertirse en ciudades modelo, en la comunidad del Tránsito en el sur, en las universidades, en las mujeres, en la diversidad sexual, en la lucha feminista, incluso en los movimientos ecuménicos que también se han sumado a la lucha por la defensa de los bienes comunes y de la naturaleza”. Y eso somos después de ocho años del golpe de estado, somos Honduras la resistencia que no se esperaban y con la que no han podido.
Liana Funes, feminista
26/06/2017